sábado, 27 de marzo de 2010

Conocen ustedes a "EL MANSI"?

Quiero decirles que yo lo conocía como "el pesado", "el plomo", "el denso", "el clavo", etc. etc. Pero desde que trabajo en el shopping he descubierto una nueva nomenclatura que lo define a la perfección: "MANSI".

Cuando escuché a Seba (mi encargado), a Sol o Jime (mis compañeras) decir "Ahí viene un mansi", la primera vez no entendí a qué se referían... pero con el correr de los días lo comprendí y ahora debo confesar que a mi también me estresa el MANSI.

Es que el Mansi es una raza rara, pero bastante común. Para que se den cuenta de lo que les hablo observen (o mejor dicho lean) qué cosas suele decir un mansi cuando entra al local:

1- "¿No tenés el mismo pantalón? El mismo, igual... pero de otro color porque a este ya lo tengo..." (ENTONCES NO ES EL MISMO PANTALÓN)

2-"¿No tenés pantalones largo 31? porque cuando fui a N.Y. los tenían. Y a decir verdad allá estan mucho más baratos que acá. ¿Ustedes son Levi`s original o le compran al outlet?

3-"¿Me mostrás la campera de la vidriera?" (le das la misma que tenés colgada en el perchero) "No no! mostrame la de la vidriera, porque me parece que esa es un poquito más negra que esta...¿qué negro es este?"

4-El mansi te hace subir las escaleras hasta el depósito para que le traigas TODOS LOS MODELOS de camisas que hay, para concluir con la frase: "Estoy mirando igual. Antes de decidirme tengo que venir con mi novia, que las vea y me diga qué le parecen porque a mi no me convencen mucho". (Dicho lo cual desaparece dejándote en el probador las camisas hechas un bollo y tiradas en el suelo, LITERALMENTE HABLANDO).

Eso y mucho más te dice un mansi.... Y bueno amigos es lo que hay, pero ustedes me entenderán que después de trabajar un día de 12hs., desarmar 27 cajas de mercadería y estar con el local a full, viene uno de estos personajes a cuestionarte por qué Levi`s no trae a la Argentina su línea de ropa para niños, un poquito te saca, no?

Igual he llegado a una conclusión: TODOS TENEMOS UN MANSI ADENTRO.

Besos!:)

viernes, 20 de noviembre de 2009

El viaje nuestro de cada día.....

Y sí! en algún momento lo tenía que escribir, de hecho fue uno de los motivos que me impulsó a tener un blog: LOS VIAJES EN REMISS POR CONCEPCIÓN.
Pueden pensar que tengo "algo personal" con los remisseros de la city pero les aseguro que NO es así. Es que generalmente termino haciendo mi viaje con gente que, por motivos que desconozco, me cuenta cosas de su vida como si me conocieran desde siempre, y por más que haga un esfuerzo sobrehumano por poner "cara de nada", hacer como que mando sms o como que hablo por tel, HABLAN IGUAL, ni se percatan de la situación.
Pero no se crean que son todos iguales eh! No señor! Los hay de diferentes "clases", a saber:

1- El remissero mala onda: es el que no te escucha cuando lo saludás y te baja del móvil a la cuadra y media de tu casa con la excusa de que sos una "mal educada"... Y todo porque NO TE ESCUCHÓ EL SALUDO!!! Para más datos es el del móvil 200 de la empresa que cobra barato :p y no es a mi a la única que le pasó eh! porque cuando llamé para quejarme me dijeron: "Otra vez quejas del móvil 200".

2-El remissero abandonado: es el que te lleva a la terminal, te pregunta para donde viajás y cuando le decís "Gualeguaychú" empieza con el cuento "yo salí en el Carnaval de Gchú., cuando tenía mejor físico... Pero desde hace 2 meses que me separé y no me puedo recuperar". A lo que vos ANONADADA, preguntándote cómo llegó la conversación hasta ahí y con el tipo que te mira por el espejo retrovisor esperando que comentes algo, le decís: "y bueno, tal vez era lo que tenía que pasar". FRASE DESAFORTUNADA SI LAS HAY!!! El tipo FRENA EL AUTO se da vuelta y te dice furioso: "Me estás cargando flaca? Fueron 12 años de matrimonio".

3-El remissero revolucionario: es el que de entrada te pregunta "yo te dije que estoy bien cuando te saludé?" Y vos te quedás como pensando "qué carajo me preguntó??" y él te contesta automáticamente: "Bueno no estoy bien, estoy mal. Pero no es como vos eh!" "Menos mal -pensás- no vaya a ser cosa que se le trabe la cabeza y te baje del auto como en el caso nº 1". Y el tipo sigue: "Estoy mal porque no pude lavar el auto. Podés creer que se me trabó la llave del baúl??" En ese momento, y ante TAMAÑA confesión, decidís aislarte, bajás persianas transparentes y lo dejás que hable solo. Cuando te percatás el tipo está hablando de que quiere hacer un movimiento para que los consumidores dejemos de comprarles a las grandes empresas por 24hs.

4-El casi economista devenido en remissero: es el que cada vez que te subís te pregunta: "Qué estudiás? "Locución" y al toque te dice: "Ah! y lo conocés a Huguito Barreto?? Porque yo lo conozco del barrio, somos re amigos". Y después sigue, nostálgico, contando que él también hizo una carrera universitaria, trabajó en el Banco Central, tomó un café con Caballo y....hoy es remissero. No sé como sigue la historia, porque las 4 veces que viajé con él llegó hasta ahí, por eso cuando lo vea le voy a preguntar directamente: "Qué pasó después del cafesito con "Mingo"?

La lista es muuy larga... tanto que se me borraron un par. Así que cuando me acuerde los voy a publicar nuevamente.
Quiero aclarar que esto es como un "Aviso a la Comunidad", para que estén atentos cuando se suban a algún remiss que se pueden encontrar con algunas de estas clases de conductores :p.
Ah! También se aceptan sugerencias de SUS viajes personales.

Adios!





miércoles, 21 de octubre de 2009

"Lo importante es amar, tan inmenso es el abismo..."





















Es de tarde y el calor de la primavera comienza a sentirse en las calles de Gualeguaychú. En la plaza San Martín el sol se cuela por la copa de los árboles, abrazando con sus rayos la imagen de los niños que juegan en el carrusel.
Evangelina, observa con atención a su hija Florencia, de 8 años con ojos de madre atenta y protectora, mientras la nena juega en las hamacas: “Flor siempre me dice que la cuido demasiado, pero es que a mi de chica eso no me pasó y yo no quiero hacer con mi hija lo mismo que mis padres hicieron conmigo”, afirma con seguridad Evangelina.
Ella tiene 23 años y vivió desde los 15 hasta los 18 en el Instituto José León Torres, más conocido en Gualeguaychú como el Hogar de Niñas. Nació en la cuidad de Paraná y tuvo una infancia marcada por los abusos y la violencia, tanto física como psíquica. “Cuando mi papá tomaba no había forma de controlarlo, se ponía agresivo con mi mamá y conmigo, yo creo que por eso ella no soportó más y se fue”.
Después de tantas peleas y golpes los padres de Evangelina se separaron, la madre se fue y nunca más volvió a verla: “Me dijo que iba a volver a buscarme cuando encontrara un lugar para que viviéramos juntas, pero no regresó y la vida junto a mi padre fue insoportable”, recuerda la joven con tristeza.
Ella cuenta que cada vez se ponía más violento, tuvo que dejar de ir a la escuela y conseguir un trabajo porque no tenían para comer: “Empecé a ayudar en el almacén que estaba en la esquina de casa y ahí me pagaban con comida, pero mi papá quería plata para el alcohol, entonces me pegaba cada vez que volvía de trabajar”. En una de esas ocasiones una vecina la escuchó gritar y denunció al padre de Evangelina, “a partir de ese momento comenzó otra etapa de mi vida”, dice la chica con nostalgia. El juez determinó que tenía que vivir con su tía “pero yo era muy rebelde y los 2 años que pasé con ella no pudo controlarme”, por eso la justicia dictaminó que debía vivir en el instituto de Gualeguaychú hasta la mayoría de edad o hasta conseguir una familia adoptiva.
Los años en el hogar de niñas tampoco fueron los mejores para Evangelina, durante el primer tiempo se negaba a comer y se ponía agresiva con sus compañeras y celadoras. “Después me fui acostumbrando, empecé a ir a la escuela que tiene el hogar, donde terminé la primaria y conocí otros chicos”.
Evangelina, atravesaba entonces, la rebeldía de la adolescencia, por eso es que junto a otra compañera en varias oportunidades, se escapó del hogar, “quería intentar conseguir otro lugar para vivir, porque aunque me hubiera acostumbrado, yo no soportaba estar ahí”. En una de sus huidas del instituto conoció al padre de Florencia y al poco tiempo quedó embarazada.
Ella tenía apenas 15 años, cuando se la interroga sobre qué es lo que sintió siendo madre tan pequeña, Evangelina contesta: “En el momento lo pensé como la oportunidad para salir del hogar, creí que el padre de Flor me iba a llevar con él a su casa y viviríamos juntos”. Pero eso no fue lo que pasó, “cuando le conté él no me creyó y se fue, me dejó. Yo me deprimí mucho porque sentí, otra vez en carne propia, el abandono, pero esta vez no me dejaban a mi sola”.
Tiempo después nació Florencia y las cosas cambiaron, “me di cuenta de que yo quería que mi hija fuera feliz, entonces entendí que tenía que buscar un trabajo para que, cuando saliéramos del hogar, el juez no me la quite”. Así fue como, por medio de una de las celadoras, comenzó a trabajar como empleada doméstica en una casa de familia.
En ese lugar Evangelina conoció una familia de verdad, “ellos me trataron bien desde el principio, me hicieron sentir parte de la casa, en poco tiempo pasé de ser la mucama, a ser la hija que nunca tuvieron y eso me dio mucha felicidad”, cuenta con emoción. Por eso es que una vez cumplidos los 18 años, el juez determinó, que tanto ella como su hija, podían vivir en la casa donde trabajaba Evangelina y en la que hoy reside como un miembro más de la familia.
En la actualidad, la joven está terminando de cursar el secundario en el Bachillerato Avanzado para Adultos, de la Escuela Manuel Belgrano, “voy a estudiar tranquila porque se que Flor se queda bien cuidada, junto a las personas que ella siente que son sus abuelos”.
En la vida actual de Evangelina, todo es pensar en un futuro esperanzador junto a su hija, “por eso es que trato de no recordar mi infancia, yo siempre digo que mi vida empezó a los 15 años, mi vida nació con Flor”.
El bullicio de los niños en la plaza se va diluyendo de a poco, mientras Evangelina y su hija se alejan juntas, de la mano en dirección al oeste, donde el sol ya comienza a ocultarse y el atardecer tiñe de color coral la ciudad.

martes, 20 de octubre de 2009

La triste realidad...

Primero fue Santiago, días después fue Gonzálo. El primero fue asesiando en su casa y murió en brazos de su madre, al segundo lo mataron delante de su esposa embarazada y su hijo de 2 años. Santiago tenía 18 años, Gonzálo 30.
Lamentablemente ellos son 2 personas más de la larga lista de muertos en intentos de robo, que ocurren en la Argentina. Nos hemos "acostumbrado" a escuchar historias sobre hechos violentos que tiene este trágico final.
Las estadísticas oficiales indican que el 22% de los homicidios en el país ocurren en ocasión de robo. Pero lo cierto es que a las familias de Gonzálo y Santiago de nada les sirve contarles que ahora ellos forman parte de ese porcentaje.
En declaraciones a los medios, tanto la madre de Santiago como la esposa de Gonzálo, reclamaron JUSTICIA y que de una vez por todas los Derechos Humanos amparen a las víctimas y no a los victimarios. Ambas coincidieron también en que si tuvieran frente a ellas a los asesinos los matarían; mientras el suegro de Gonzálo se manifestó abiertamente a favor de la pena de muerte para asesinos y violadores...
Una vez más se abre el debate sobre qué es lo que conviene hacer con los asesinos que día a día destruyen familias en nuestro país. Hay muchas dudas y pocas certezas, pero una de ellas, tal vez la más clara, es que la violencia se multiplica sin fin y frente a ella, mirando de reojo, el ESTADO INOPERANTE.

viernes, 9 de octubre de 2009

"...pasó, pasó, pasó nuestro cuarto de hora..."


Ya que estamos promediando el fin de la carrera, me puse a pensar en todo lo que pasamos durante estos 3 años y me di cuenta... de que NOS PASÓ DE TODO!

Acá van algunas de toodaas esas cosas...

Pasó el recuperatorio de Introducción a la Vida Universitaria (Santi Zalazar y Lu van a entender a lo que le refiero), pasó tele con Speroni (¿se escribe así el apellido?) "patria o muerte", pasó MI AMIGO PERSONAL Mercansini y SU AMIGO PERSONAL Etchepare.

Pasó Expresión Corporal (para mi con 2 recuperatorios, igual lo banco a Mario :D), pasó Música Clásica de lo cual no me quedó nada, pasaron Vespo, Willy, el Cool Edit y lo otro que no me acuerdo cómo se llama, pero que edita video :p. Pasamos con Lu una noche entera hasta que me enseñó lo básico de edición para que apruebe el final de Tecnología I (gracias AMIGA).

Pasó (y todavía pasa hasta diciembre) Estella con sus innumerables historias, que francamente creo que sólo son producto de su imaginación, porque de otra manera no se explica cómo una mujer ha vivido TANTO, no?

Pasó "Locutores!!!...." "La voz redonda...." "Paula, sacá la mujer que tenés adentro...." (todo con su peculiar voz engolada). Pasó "la camiseta de la U.C.U." y "el comentario de pasillo".

Pasaron Ema y su mancha de fernet, pasó Charly y el termo con el mate que siempre llevaba (me acuerdo de eso porque no me quedó nada más de él, igual le mandamos un besico:p). Pasó Dani con "IAPEIÚ", jaja! Pasaron Ángel y Vanesa (sin comentarios, no?jeje)

Pasó Lorusso y su particular forma de hacernos odiar el arte con lo bello que es. Pasó Laura Tortú (es más! creo que se fue tan rápido que ni siquiera llegó a pasar jaja). Pasó MaisaTV y "El sonido, papi, ¿por qué no me anda el sonido?..." "Chupá, papi chupá...."

Pasó, "básicamente", el perodismo de investigación y todo lo que eso conlleva.

Todavía por desgracia pasa (y va a pasar hasta que mis nietos vayan a la U.C.U.) el collar de vacas, DIGO! "Ale.ES" (jaja deliranteee!!)

Pasó "positiv actiud" y "el super power". Pasó "Le Petit", una locura las preguntas de calor, Godoy.

Pasaron el documental, los bizcochitos de la Mónaco y los kilos demás que ganamos.

Pasaron los fríos espantosos y crueles de las aulas heladas y gigantescas, con UNA estufa eléctrica. Pasaron los calores sofocantes de los exámenes de TV.

Pasaron los "días peronistas" con los agudos de Sirota, "los japoneses que estaban como locos", "los franceses que tenían la vena así", "Mussolini con su republiquita por allá arriba", y esa forma taann especial de "chusmearnos la historia" que tiene Silvia.

Pasaron (y esperemos que no vuelvan) los problemas para trabajar en Doblaje, "Boaariis" y "La señora TAKER".....

Ay! pasaron tantas cosas che! seguro que me estoy olvidando de más de la mitad, pero la verdad es que lo que me interesa con todo esto es decirles que más allá de lo bueno y de lo "malo" (porque nada fue TAN malo) que pasamos aprendí mucho de ustedes. Disfruté (y disfruto) de muchos momentos que no me voy a olvidar más y que me hicieron crecer en varios aspectos.

POR TODO ESTO ES QUE LOS QUIERO Y LES DESEO LO MEJOR LOCUTORESS!!

P.D.: ah! chicos, y no se olviden que también pasó Lucía Caire:p

martes, 6 de octubre de 2009

Entrevista....

Esta es una entrevista que hice para "Redacción Periodística" y quería compartirla con ustedes antes de que el profe la vea y la someta a correcciones con las que (por una simple cuestión de estilos) casi nunca estoy de acuerdo je..
Además porque la mujer que ven en la foto y a la cual entrevisté es MI MAMÁ.

Montoneros fue una organización guerrillera que se identificó con la izquierda peronista y que desarrolló la lucha armada entre 1970 y 1979. Una vez que asumió la presidencia de la nación Héctor José Cámpora, sus acciones se dirigían a la instauración en la Argentina de un sistema político que denominaban Socialismo Nacional, al que consideraban como la evolución histórica natural del peronismo.
La cuidad de Gualeguaychú no estaba ajena a este movimiento, Silvia Esquivel hoy tiene 51 años y recuerda que a los 16 se unió a Montoneros, “éramos todos adolescentes que comenzamos militando en la Juventud Peronista y la mayoría estudiábamos en el Colegio Nacional”.
Silvia nació en el seno de una familia peronista, su padre desde muy chica le inculcó el respeto por los valores y la defensa de sus ideologías. “Íbamos a las reuniones porque se vivían momentos muy difíciles en el país y necesitábamos escuchar propuestas de acción que generaran un cambio, además en esa época los jóvenes se comprometían más con sus ideales”, aclara Silvia con seguridad.
Los objetivos de Montoneros eran la desestabilización del gobierno de facto autodenominado "Revolución Argentina" (1966 - 1973) y el retorno al poder del General Juan Domingo Perón. Silvia relata la manera de actuar que tenía la organización en Gualeguaychú: “Nosotros realizábamos actos multitudinarios en las unidades básicas de los barrios y repartíamos panfletos para incitar a la gente a que nos acompañe en la lucha por la vuelta del General”.
Por otra parte, ella cuenta que no era fácil pertenecer a Montoneros, “con el tiempo nos enteramos de que éramos vigilados por agentes de inteligencia del gobierno y eso trajo como consecuencia 2 allanamientos en nuestra casa”. Silvia todavía recuerda el ruido de los golpes de los fusiles automáticos, que casi tiran la puerta y cómo rodearon la manzana en la que se encontraba su casa, en busca de un arma que la familia nunca tuvo.
La agrupación era presidida por 4 líderes, la mujer declara que “ellos eran quienes acompañaban las operaciones que realizaba lo que conocíamos como el Alto Comando en otras partes del país y luego nos decían que todo había resultado exitoso, pero nunca especificaban de qué se trataban aquellas operaciones”. Silvia también explica que los líderes fueron llevados detenidos y que 2 de ellos integran la larga lista de desaparecidos, mientras que los otros fueron liberados con el advenimiento de la democracia.
Los Montoneros lograron su principal objetivo cuando el General Perón ganó las elecciones de 1973, retornando al poder después de 18 años de exilio. Respecto a ese momento Silvia cuenta: “lo vivimos como una fiesta, nos quedamos celebrando en un local que alquilamos hasta que la policía rodeó el lugar y nos obligó a salir”.
A partir de entonces, para Silvia ya estaban casi todas las metas cumplidas, “sentía que no teníamos mucho más por hacer, lo habíamos hecho volver ahora era necesario dejarlo gobernar y continuar apoyándolo, para que se realicen esos cambios sociales por los que luchamos”. Además, aclara que las reuniones se tornaban cada vez más violentas y que en los discursos “podíamos leer entre líneas que lo que intentaban los líderes del movimiento, a nivel nacional, era tomar el poder”, por lo que un tiempo después abandonó Montoneros.
Cuando se la interroga sobre cómo ve ella, en la actualidad, ese momento de su vida, Silvia declara: “es algo de lo que no me arrepiento porque, desde mi lugar, luché por lo que creía justo. Pero hoy se que éramos muy ingenuos producto de nuestra juventud y no podíamos ver lo que en realidad estaba pasando: entramos con un objetivo claro, después eso fue cambiando y formando parte de intereses personales de cierta gente que, al menos yo, no compartía”.
Ella con firmeza resalta que nuca tuvo miedo, “porque la misma inconsciencia de la adolescencia es la nos llevó a actuar de determinada manera y pensando que nada nos podía pasar”.
Por último Silvia hace una reflexión y sostiene con nostalgia: “sin dudas fue una guerra inútil y despareja, porque nunca alcanzamos lo que en verdad queríamos que era la paz social. Pero es bueno tener utopías por las que luchar, aunque muchas veces sea imposible cumplirlas”.

viernes, 2 de octubre de 2009

"...No queda más que viento..."


Cuando colgó el teléfono se dio cuenta de que todo había terminado, de una vez y para siempre… Aunque pareciera una frase hecha, era la cruda realidad de la que ahora formaba parte sin quererlo y por obligación.
Se dirigió hasta la cocina para tomar agua, como si así pudiera pasar ese trago amargo, y pensó que el pescado y los tomates (que formarían parte de la cena) ahora podían pudrirse en la basura… como todo lo que estaba a su alrededor… porque ya nada parecía tener un sentido aparente para seguir luchando.
Se recostó en el inmenso y mullido sillón de la sala, cerró los ojos con fuerza intentando que todo fuera una pesadilla de la que luego uno despierta. Y se imaginó corriendo una carrera, en la que al final tenía que saltar un gran muro de piedra, para encontrarse del otro lado con el mar azul, profundo y libre… Libertad. Eso era lo que necesitaba para seguir, una correntada de libertad que transporte su cuerpo hacia algún lugar lejano donde poder comenzar de nuevo, sin necesidad de estar explicando a los demás el por qué de sus lágrimas o sus sonrisas.
Pero lamentablemente tenía que abrir los ojos una vez más para chocarse con el duro paredón de la soledad, que para colmo estaba lleno de espinas que atravesaban su corazón como las garras de un tigre maldito… Entonces se acercó a la chimenea y miró cómo el fuego se consumía lentamente, al igual que todo lo que había construido: sus sueños, sus ilusiones, sus ganas de vivir… Y una vez más se encontró con la tristeza de saber que el tiempo pasaba ahora muy rápidamente y poco quedaba ya por hacer, que la espera se hace interminable cuando se esta lejos de lo que uno quiere y anhela; y aunque te digan que la paciencia es la solución, en momentos como ese, la paciencia no es más que un vacío inmenso y peligroso.
Caminó hasta la ventana, quería pararse en el balcón a observar el amarillo paisaje otoñal: allí vio cómo la calle estaba cubierta de una inmensa capa de hojas y que los chicos jugaban con ellas haciendo suaves chasquidos en esa fría tarde, mientras el sol de abril se ocultaba en el horizonte. Entonces se preguntó si volvería a salir mañana, si Dios le daría la fortaleza para soportar el abandono y la desilusión y si todas esas lágrimas tenían un sentido profundo y valían la pena…
La verdad es que las respuestas parecían no estar cercanas, por eso decidió (más por obligación que por convicción propia) que la vida sigue, porque afuera el tiempo no se había detenido, si no que corría vertiginosamente…
En ese momento prendió la radio, para intentar distraerse con un poco de música y escuchó una canción que en una de sus estrofas decía: “…no queda más que viento…” y sí… era verdad, era la única certeza que tenía: no le quedaba más que un viento frío y seco que se había llevado todo… sólo quedaba esperar qué tenía para traerle.